Historia y Belleza del Puente de Carlos en Praga

Autor invitado: @gustavodonofrio

Este majestuoso puente, testigo silencioso de siglos de historia europea, es un punto de referencia imprescindible para cualquier viajero que se aventura por las calles empedradas de la capital de la República Checa. Acá les vamos a contar sus detalles más interesantes.

Construido a lo largo de casi 50 años, desde 1357 hasta 1402, por orden del Rey Carlos IV, el Puente de Carlos no solo conecta las orillas del río Moldava, sino que también conecta el pasado medieval de Praga con su vibrante presente. Este puente de piedra, adornado con 30 estatuas barrocas y góticas, sirvió como una importante ruta comercial entre el este y el oeste de Europa durante siglos.
Ubicado en el corazón de Praga, el Puente de Carlos une el casco antiguo con el barrio del castillo, ofreciendo vistas espectaculares de los tejados rojos de la ciudad y de la majestuosa silueta del Castillo de Praga en la colina.

La estructura del Puente de Carlos, con una longitud de 516 metros y una anchura de casi 10 metros, es un testimonio de la habilidad y la ingeniería medieval. Sus torres defensivas, sus arcos góticos y sus relieves religiosos dan vida a cada paso, invitando a los visitantes a sumergirse en el rico legado cultural de la ciudad.
Las estatuas que adornan el puente son una atracción por derecho propio. Entre las más destacadas se encuentran las representaciones de San Juan Nepomuceno, patrón de Bohemia, y San Lutgardis, una santa benedictina. Cada estatua tiene su propia historia y leyenda, que los guías locales están encantados de compartir con los visitantes ávidos de conocimiento.

Para llegar al Puente de Carlos, una opción popular es caminar desde la Plaza de la Ciudad Vieja, atravesando las pintorescas calles adoquinadas del casco antiguo hasta llegar al río Moldava. Desde allí, el puente se alza majestuosamente, ofreciendo una vista imponente que invita a cruzarlo y explorar cada detalle.
Además, los tranvías y autobuses públicos son una opción conveniente para llegar al área cercana al puente desde cualquier parte de la ciudad. Aquellos que prefieren una experiencia más relajada pueden optar por un paseo en barco por el río Moldava, que ofrece una perspectiva única del Puente de Carlos desde el agua.

En resumen, una visita al Puente de Carlos es mucho más que un simple recorrido turístico. Es un viaje a través del tiempo, una oportunidad para sumergirse en la rica historia y el encanto inigualable de Praga. Ya sea admirando sus magníficas estatuas, maravillándose con su arquitectura gótica o simplemente disfrutando de las impresionantes vistas, el Puente de Carlos cautiva a todos los que tienen el privilegio de cruzarlo, convirtiéndose en un recuerdo imborrable de cualquier visita a esta ciudad mágica. Así que a anotarlo en la lista de imperdibles para su próxima visita a Praga!