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Autor invitado: Gonzalo Vignoni
Viajar a Ushuaia es emocionante por muchos motivos: estar en el “fin del mundo”, ver donde los Andes se encuentran con el mar, y caminar por una ciudad con una historia más que interesante -y poco convencional- son algunos de ellos. Ushuaia es única por su geografía y el paraíso natural que la rodea. Pero a uno le cuesta tomar dimensión de lo impresionante de esta geografía estando en tierra, por lo que volar a Ushuaia es la mejor manera de llegar a este rincón de Argentina.
La aproximación a Ushuaia es inolvidable. No importa si tu vuelo a Ushuaia parte de El Calafate, de Buenos Aires, o de cualquier otro lugar: la aproximación es un espectáculo que merece que elijas un asiento junto a la ventanilla.
Para empezar: Tierra del Fuego es el único lugar del país donde los Andes se extienden de Este a Oeste y no de Norte a Sur por lo que, técnicamente, Ushuaia es el único lugar de Argentina al que se llega cruzando la cordillera. Conforme el avión inicia el descenso sobre los Andes, los picos se van viendo cada vez más cerca, y entre las montañas se dejan ver pequeños valles cuyos colores varían entre el oscuro verde del bosque y los distintos tonos marrones de los turbales. ¡Y cómo ignorar los lagos Fagnano y Escondido! Como si fuera poco, a todos esos colores se les suma el blanco de las nieves eternas en las cumbres.
La ciudad pareciera asomarse tímidamente detrás de las montañas, y se la ve como una mancha grisácea entre los Andes y las oscuras aguas del Canal Beagle. Poco dura la vista de esa mancha urbana, porque pronto el vuelo cambia el rumbo Sur por rumbo Oeste, haciendo un giro sobre las islas del canal hasta alinearse con la pista 25. Todo esto acompañado de la suave vibración del tren de aterrizaje siendo bajado.
Una vez estabilizado el rumbo en 250°, el descenso hasta el nivel del mar es progresivo y los picos andinos pasan a estar más alto que el avión. Quienes viajan del lado izquierdo verán las Islas Bridges con la Isla Navarino (Chile) en el horizonte durante este tramo final de la aproximación a Ushuaia. Quienes viajen del lado derecho verán los Andes fusionándose con el Canal Beagle y parte de la capital fueguina. Mirando a través de cualquier ventanilla, las frías aguas del Beagle se ven cada vez más cerca. El Aeropuerto Internacional Malvinas Argentinas de Ushuaia está ubicado en una península sobre el canal: justo cuando diera la impresión de que el piloto está amerizando, el concreto de la pista aparece a nuestros pies y el avión finalmente toca tierra.
La aproximación a Ushuaia dura menos de 15 minutos, pero se la recuerda toda la vida. Es un espectáculo de colores y relieves que anticipa lo que les espera a los viajeros que llegan a uno de los lugares más increíbles del mundo… ¡Y ni hablar de los vuelos entre Ushuaia y El Calafate! Pero bueno, esa será historia para otro momento. ¡Buen viaje!
Dario
Los segundos entre que ves el mar “al alcance de la mano” y toca tierra, te preocupa un poquito, el resto es alucinante.