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Mayor Buratovich, es uno de los tantos pequeños pueblos ubicado en la RN N° 3, a unos 93 km al sur de Bahía Blanca. A pocos kilómetros del cartel metálico que anuncia la entrada al pueblo ya se pueden percibir algunos aromas de lo que se cultiva en estas tierras.
Con una población cercana a los 9.000 habitantes, “Burato” -como le dicen quienes han nacido allí, forma parte de la región cebollera del sur del país (junto a Pedro Luro e Hilario Ascasubi).
El hogar del Mayor Buratovich, hoy en ruinas, fue un palacio con lujosas ventanas a fines del siglo XIX. Ahora, se esconde entre la arboleda, recordado sólo por los más ancianos. Las paredes altas de la casa se mantienen erguidas con algunas chapas que aún quedan en el techo. Lo que a fines del 1800 fue un palacio lujoso, hoy se esconde abandonado y en ruinas.
El pueblo tiene un típico centro -con la plaza en la que se reúnen vecinos para conversar- poco definido y sin grandes sin vidrieras. Bancos, negocios y vecinos se reúnen para conversar y contar las “novedades”.
Como en todo pueblo chico, todos se conocen, por lo que al llegar a la plaza, es prácticamente imposible irse sin que alguien se nos acerque a preguntar si venimos por trabajo, para visitar algún familiar o simplemente a conocer, respuesta que en mi caso generó una cara de asombro por parte de quien preguntó. El lugareño, sorprendido no pude evitar una mueca de sorpresa.
La gente de pueblo es curiosa, brindan información, sugieren visitas, abren las puertas de sus hogares y comparten sus añoranzas.
Rocío Marengo es nacida acá y para algunos es una tarjeta de presentación para sacar a Buratovich del anonimato. Con orgullo cuentan que alguien de ahí, logró llegar a la fama de la capital.
LA ESTACION DEL FERROCARRIL
Como no podía ser de otra manera, también hubo una estación de tren acá -alrededor de 2011 dejó de funcionar-, pertenecía al ramal Roca ubicado entre Bahía Blanca y Carmen de Patagones.
El pueblo creció en torno a la estación y en 1913 le pusieron el nombre del Mayor, un croata constructor que llegó a la Argentina en el Siglo XIX y fue el responsable de construir varios fortines para la Campaña del Desierto de Julio Roca.
Si bien luego de que el tren dejó de pasar, la vieja estación se convirtió en un centro cultural (donde se realizaban peñas folclóricas y otras actividades), hoy está abandonada y en silencio, sólo interrumpida por los pocos turistas que nos acercamos a conocer y fotografiar.
Mayor Buratovich no tiene hoteles ni mayores actividades para turistas, su mayor beneficio es poder desconectar y apreciar las cosas simples. Mate, plaza y tranquilidad son una garantía de bienestar.
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