Ubicada en la provincia de Mendoza, Argentina, la Caverna de las Brujas es uno de los tesoros naturales más fascinantes del país. Durante mi visita, me encontré con una experiencia cargada de misterio, historia y aventura. En esta nota les cuento todos los detalles de este recorrido por uno de los destinos turísticos más enigmáticos del país.

La Caverna de las Brujas, situada en el departamento de Malargüe, a unos 70 kilómetros de la ciudad homónima y a 8 kilómetros al norte del poblado de Bardas Blancas, es un sitio envuelto en leyendas. Según los relatos populares, las cavernas recibieron su nombre por las historias de las brujas que contaban los pobladores de la región al ver desde lejos en su interior luces y gritos, que no eran más que los asentamientos indígenas que se guarecían en el lugar para hacer sus rituales.
Más allá de la leyenda, la caverna es una formación natural creada por el paso de miles de años de erosión subterránea. Descubierta en 1938, esta caverna es parte de un sistema de cuevas que abarca varios kilómetros, aunque solo se puede acceder a una porción de ella para visitas turísticas. En su interior, se pueden encontrar formaciones de estalactitas (las que “cuelgan” desde el techo) y estalagmitas (las que “suben” desde el piso) que han crecido lentamente durante millones de años, creando paisajes de otro mundo.

Para llegar a la Caverna de las Brujas, se debe viajar desde la ciudad de Malargüe por la ruta provincial 40 hacia el sur, y luego desviarse por la ruta 186. Hasta Bardas Blancas el camino es de asfalto, mientras que desde esa localidad hasta la caverna, el camino es de ripio. El viaje en auto toma aproximadamente una hora y media, atravesando paisajes típicos de la región, con su clima árido y la impresionante cordillera de los Andes como telón de fondo. Es importante tener en cuenta que el acceso a la caverna es regulado y se debe hacer a través de guías autorizados por la municipalidad de Malargüe.

Al llegar al sitio, la primera impresión que se tiene es la de la inmensidad del entorno natural que rodea la caverna. Tras una breve caminata hasta la entrada –se encuentra a unos 300 metros sobre la ladera de la barda-, se llega hasta la boca de acceso. Luego de un breve camino, nos encontramos con la amplísima “Sala de la Virgen”, donde una columna de millones de años tiene forma similar a la de la Virgen de Luján.
Entrar en la caverna es como ser transportado a otro mundo. La sensación de humedad y el silencio roto solo por el eco de las pisadas nos hace sentir que nos adentramos en un mundo mágico. A medida que se avanza por los angostos túneles, las luces de las linternas van revelando las impresionantes estalactitas y estalagmitas.

Uno de los momentos más impactantes fue llegar a una sala conocida como la «Sala de las flores», llamada así porque las formaciones que tapizan las paredes del lugar parecen ramilletes pequeños que brillan con la luz de la linterna.

Si tienen planes de visitar la Caverna de las Brujas, es recomendable ir preparados con ropa cómoda, calzado adecuado para caminar sobre superficies resbaladizas, y un abrigo ligero, ya que la temperatura en el interior de la caverna puede ser considerablemente más baja que en el exterior.
También es importante recordar que la visita requiere un nivel básico de esfuerzo físico, ya que en algunas partes se debe gatear o inclinarse para atravesar los pasadizos más estrechos. Los grupos de turistas son pequeños para proteger el entorno natural, así que les sugiero reservar con antelación para asegurarse un lugar.

Visitar la Caverna de las Brujas no es solo una excursión, es una inmersión en la historia natural y cultural de Mendoza. Este lugar, donde la naturaleza ha trabajado pacientemente durante millones de años, los hará sentir pequeños y conectados al mismo tiempo con las fuerzas que dieron forma a nuestro planeta.
Si son amantes de la aventura, la historia y los paisajes únicos, la Caverna de las Brujas en Malargüe debería estar en su lista de destinos imperdibles.

Cada paso en su interior los lleva más profundo, no solo en la tierra, sino también en el tiempo, hacia un mundo de leyendas y maravillas geológicas que los dejarán sin aliento. ¡No dejen de disfrutar este tesoro en su próximo viaje a Mendoza!