Baños en establecimiento de aguas termales en Budapest

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Autor invitado: Agustín Segura

Si durante tu recorrido por las joyas europeas pasas por la capital de Hungría, te sugerimos que dediques medio o un día entero a disfrutar de baños en establecimientos de aguas termales Széchenyi.

Budapest es famosa por sus puentes, su cautivadora combinación de arquitecturas y el goulash, es una hermosa ciudad para pasear bordeando o atravesando el Danubio de costa a costa y visitar estructuras monumentales como el Castillo de Buda y el Parlamento. 

En octubre del 2012 hice una visita de cinco días y me maravilló su casco histórico, característico de las grandes urbes del siglo XVIII y XIX.

Siendo parte de Europa del este, la cultura húngara nos resulta más lejana que la de otras naciones más cercanas al atlántico. Sin embargo, esta capital es comparable con otras de las grandes perlas europeas en términos de patrimonio cultural. De todas formas, la barrera del lenguaje y la exposición internacional resulta un poco más desafiante que en Europa occidental. Esto, sin embargo, no es para disuadir su visita, sino para sugerir que es mejor prepararse e investigar las opciones para recorrer y disfrutar de la ciudad. 

Si se domina el lenguaje alemán, es posible que sirva como un puente de comunicación con habitantes de mediana edad; húngaros más jóvenes probablemente dominen el inglés. En los locales turísticos, puede encontrar también orientaciones en español, aunque más limitada.

Los Baños Termales Széchenyi  

Concebido en 1880 e inaugurado en 1913, es un establecimiento para el cuidado de la salud y el esparcimiento ubicado en el medio del  parque Városliget, o “Parque de la Ciudad”. La construcción es de estilo neo-barroco y cuenta con 21 piscinas distintas, incluyendo deportivas, de aguas calientes, templadas, frías y para inmersión. Además hay saunas e instalaciones para atención médica.

Desde el centro de la ciudad, se puede caminar por la calle Andrássy útca o tomar el Metro 1 hasta la estación “Széchenyi fürdő” – aunque, personalmente, recomiendo caminar por la veinte minutos por la avenida para deleitarse con la arquitectura aquincense. Luego, se atraviesa la imponente Plaza de los Héroes (“Hősök tere”) y se atraviesa el puente sobre una pequeña laguna y se llega hasta nuestro sitio de interés.

El costo de la admisión a los baños es de alrededor de 20 euros (que varía según días, horarios y preferencias en los cambiadores); también se pueden contratar otros servicios como masajes, tratamientos aromáticos y paquetes de spa con distintos niveles de comodidades. Existen descuentos de 20% disponibles para visitantes con la Budapest Card.

Mi experiencia

Para ingresar no es necesario asociarse ni siquiera tener traje de baño ni toallón, puesto que allí mismo te los alquilan – aunque claro está que dependerá de tus preferencias personales y los costos adicionales de alquiler. Luego de registrarme en la recepción, me dieron una pulsera electrónica y una percha para pasar a los vestuarios, que es una sala llena de lockers. No hay distinción de cambiadores entre mujeres y hombres, lo que hay son gabinetes individuales para el cambio de ropa. Se toma cualquier locker que esté vacío y lo único que hay que hacer es presionar con la pulsera un botón que la reconoce electrónicamente y se cierra – y con esta misma se abre al regresar. 

Eran las nueve y media de la mañana de un frío día otoñal y estaba sumergiéndome en una piscina a 38 grados. En aquel momento estaba viajando sólo y era mi penúltimo día , si bien disfrutaba mucho de la sensación relajante de aguas cálidas, al cabo de quince o veinte minutos me aburría de permanecer en el mismo lugar y pasaba a visitar otra piscina, que las había de distintos tamaños, formas y temperaturas. En general, se respiraba un tenue olor del azufre de las aguas termales.[Imagen: PA_6_bañosTermales.jpg]

Eventualmente, me animé a la piscina al aire libre. En todo momento de mi visita en esta capital anduve en la calle con campera y bufanda. Ahora, con 7 grados más o menos de temperatura,  tenía que salir descalzo y con sólo una malla para probar esa piscina, tratando de apretar el paso para llegar a una piscina que estaba a 35 grados. Sumergí todo el cuerpo, recuperando mi temperatura corporal, manteniendo la cabeza afuera para respirar entre una densa cortina de vapor que se disolvía en el frío otoño magiar. En un rincón de esta pileta había una fuente que arrojaba chorros de agua hacia arriba, salpicando sobre la piscina. Cuando se liberó el chorro más grueso, me acerqué para sentir cómo el agua golpeaba con fuerza mi espalda.

Junto a esta piscina, había otra más alargada y fría para natación. Quise practicar natación (algo que hacía tiempo había dejado de hacer) y salí de la primera y me zambullí en la pileta deportiva. Sin embargo, no fue tan buena idea porque había varias personas allí, y no tenía antiparras ni buen estado físico en el medio de un día muy frío. Al poco tiempo desistí, y volví adentro para regocijarme una vez más en aguas templadas, hasta que el hambre.

En conclusión, si pensás visitar Budapest y querés disfrutar de una experiencia relajante en un pintoresco establecimiento con clima de época, no te pierdas los baños termales Széchenyi. Para más información, accede al sitio web oficial (en español).

  1. Más Inspiración

Széchenyi no es el único local de aguas termales. Hay otros, incluso algunos del estilo turco o “Hamam” que datan del período que la ciudad estuvo ocupada por el Imperio Otomano. Quizás te pueda interesar probar otras opciones.De todas formas, a manera de cierre, quisiera hacer mención de algunas obras literarias que me inspiraron para visitar esta ciudad, empezando por el cuento “Lejana” de Julio Cortázar, publicada como parte de Bestiario y en que la protagonista Alina Reyes se ve atraída por la ciudad. Además, el reconocido autor húngaro Sándor Márai localiza muchas de sus obras en esta ciudad, particularmente “Divorcio en Buda”, entre otras.

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