Cuando se abran las fronteras: ¿Que deberán enfrentar las aerolíneas?

Pocas son las sensaciones que generan tan desolación como las de ver la maquinaria de una industria paralizada. Peor aún cuando es tan impactante como ver una gran cantidad de aviones en tierra ya que la pandemia generó que muchas empresas deban tener su flota sin despegar y, sobre todo, a los empleados sin saber qué pasará.

Sin embargo, en países del viejo continente, como España, parece que tal parálisis está llegando a su fin, aunque no con eso se terminan los problemas. Esto está dado porque la pandemia no solo generó una profunda crisis en la industria del turismo, sino también que volvió mucho más escépticos e inseguros a los viajeros, al menos en el corto plazo post cuarentena. Esto, en consecuencia, trae aparejado una baja sinigual en la demanda de pasajes aéreos y, por lo tanto, hay una sobre oferta de lugares (se estima un 50% de excedente), generando en consecuencia otro problema: ¿cómo sobrevivir si no hay actividad suficiente para mantener el pulso vital del sector?

Los datos que apuntan a esta catástrofe vienen de los países más avanzados en la convivencia con la epidemia, fundamentalmente donde se originó. En China, después de varios meses de normalización, las aerolíneas que ofrecen más asientos están en el 70 % de lo habitual, mientras que la media está en el 50.

En España, las aerolíneas ya han repuesto su plan de vuelos, aunque con menos frecuencias de las habituales. Estamos en torno a la mitad de lo habitual. La cuestión siguiente a preguntarse son los precios. Y estos triplican lo habitual, como media. Triplicar, o sea, una razón para explicar y al mismo tiempo mantener una contracción del mercado.

En ese sentido, Ryanair ha anunciado una estrategia diferente, el hundimiento de precios para lanzar el mercado. Aunque Ryanair aún empezó a volar.

En otras palabras: cambiamos un de sufrir un tipo de problemas a otro tipo; hasta ahora era la inactividad total, ahora se trata del control de daños.

Veremos que pasa, como el mundo y la industria se “acomoda” a esta nueva normalidad. Esperamos sea con el menor impacto y crisis laboral posible.